Algunos de los primeros pensadores griegos convirtieron las divinidades del mar en poderes primordiales. Los titanes Océano y Tetis eran los padres de los dioses en la Ilíada, mientras el poeta espartano Alcman hizo a la ninfa Tetis una figura demiúrgica. La canción de Orfeo en el libro I de las Argonáuticas loa a la ninfa marina Eurínome como la primera reina de los dioses, pues era esposa del gigante nacido del mar Ofión.
La cosmogonía presocrática de Tales, quien consideraba al agua el primer elemento, puede ser vista como un fruto natural de este pensamiento poético.
La primacía de los dioses acuáticos puede ser una reminiscencia, o haber sido tomada prestada, de la mitología del antiguo Oriente Próximo, en la que Tiamat (el agua salada) y Apsu (el agua dulce) eran los primeros dioses del Enuma Elish, y donde se decía que el Espíritu de Dios había «planeado sobre las aguas» en el Génesis.
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