Dioses del viento griegos
Homero ya menciona a los cuatro vientos principales: Bóreas, el viento del norte que traía el frío aire invernal; Noto, el viento del sur que traía las tormentas de finales del verano y del otoño; Céfiro, el viento del oeste que traía las suaves brisas de la primavera y principios del verano; y Euro, el viento del este, que no estaba asociado con ninguna de las tres estaciones griegas y es el único de estos cuatro que no se menciona en la Teogonía de Hesíodo ni en los himnos órficos. Bóreas y Céfiro suelen ser mencionados juntos en Homero, al igual que Euro y Noto.
Posteriormente los escritores, especialmente los filosóficos, se esforzaron en definir los vientos más precisamente, según sus lugares en la brújula. Así Aristóteles,[4] además de los cuatro vientos principales (Bóreas o Aparctias, Euro, Noto y Céfiro), menciona tres —Meses, Cecias y Apeliotes— entre Bóreas y Euro, sitúa entre Euro y Noto a Fenicias, entre Noto y Céfiro sólo incluye a Libis, y entre Céfiro y Bóreas sitúa a Argestes (Olimpias o Escirón) y Trascias. Debe también ser observado que según Aristóteles, el Euro no corresponde al este sino al sureste.
Las deidades equivalentes a los Anemoi en la mitología romana eran los Venti (en latín ‘vientos’). Estos dioses tenían nombres diferentes, pero por lo demás eran muy similares a sus equivalentes griegos, tomando prestados sus atributos y siendo frecuentemente mezclados con ellos.
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